Luis Alberto Quesada: testigo de una realidad pasada

Memoria de la Guerra Civil Española

Nacido en la localidad de Florencio Varela, Provincia de Buenos Aires, el poeta y escritor Luis Alberto Quesada es uno de los máximos exponentes de la Guerra Civil Española. De padres españoles que llegaron a nuestro país en busca de un mejor horizonte, vivió sus primeros tres años en la Argentina. Años más tarde la familia regresó al viejo continente, instalándose en la ciudad de Madrid, en el barrio de Cuatro Caminos. Allí se cría, crece, elige una ideología como forma de vida y lucha por ella, porque la cree justa, no sólo para su patria sino para el resto de la humanidad.

-¿Cómo eran esos años de vida en tiempos de la República?


-En aquel entonces, España estaba mucho más atrasada que la Argentina. Por ejemplo, en los colegios religiosos las niñas que pagaban tenían un uniforme de algodón blanco o rosa y las que no pagaban, un marrón oscuro. Y no podían hablar las que pagaban con las que no pagaban porque entonces las castigaban. En aquel entonces todavía se pegaba con la regla en la mano. Mi padre no quiso que fuéramos a ningún colegio de esos. Y entonces, cuando tuve siete años, que yo ya montaba una bicicleta, nos llevó a una escuela alemana protestante. Y en ese lugar estábamos juntos los chicos y chicas, y tenía la ventaja de que la mayoría de los profesores eran republicanos, de los tiempos republicanos. Porque en aquella época era muy compleja la cuestión… Era tan compleja que, por ejemplo, las mujeres no podían salir a la calle solas. La calle era muy insegura. No podían salir de ninguna manera. Por otra parte las madres no querían que salieran a la calle porque también pensaban que la hija se debía casar.

-¿Cuál era el estado del Gobierno español?

-Por ese entonces, para el año 1931, se había hecho una huelga general sin que se cumplieran bien los objetivos porque dentro de esa huelga general estaba implicado el Ejército Español en el Norte, que luchaban por ideales justos. Estaban dispuestos a luchar a favor de la República. Pero, estos fueron reprimidos y los ejércitos de la derecha y la ultra derecha fusilaron a aquellos soldados que se habían unido a las cuestiones de la huelga. La huelga y el fusilamiento de los soldados del ejército del norte fue muy importante porque grabó en la sociedad española la idea de que los partidos políticos sólos no podían luchar en contra de todos los enemigos de la derecha o la ultraderecha, que estaban permanentemente en acuerdo en esa cuestión. Porque era la dictadura del dinero, que se parece siempre en todos los países hasta llegar al ahora. Esa dictadura no se conmovía… Entonces, detuvieron a socialistas, a comunistas y anarquistas. Y entonces se llegó a la conclusión de que había que hacer una cosa que fuera unitaria de todos esos partidos y se consiguió por parte de esas organizaciones el presentarse en las elecciones que venían después y ganó la República. Anteriormente a esa, al haber ganado la República, había habido otro tipo de elecciones.

-¿Cuál era el comportamiento de la sociedad española con tantos cambios?

-Nosotros, con el conjunto de gente, habíamos creado la JSU -que era la Juventud Socialista Unificada-. Unificada de socialistas y comunistas, claro. Nosotros vendíamos por la calle el periódico “Juventud Roja de Renovación”. Entonces, mi padre por esa cuestión, aunque el era republicano, me trasladó a Málaga dónde estaba mi hermana que se había casado y había tenido hijos, para ver si yo me alejaba de esas cosas. Pero, yo me llevé a Málaga la camiseta que teníamos del JSU y entonces me ponía eso e iba a hablar, porque creía que era una obligación, a los hijos de los pescadores. Hablábamos con ellos y les explicábamos cosas. Los pobres no sabían nada y me junté con tres o cuatro amigos más. Mi cuñado era director de un ferrocarril de Málaga a Fergiroda y yo me iba con el ferrocarril y le hablaba a la gente que tenían que organizar una cuestión de ellos, de sindicato, etc. Luego, me volví con esa cuestión para Madrid de nuevo, cuando ya estaba más preparado. Estábamos los que hacíamos más ruido y también los que estábamos mejor preparados en aquel entonces.

-¿Cómo responde España ante el Golpe de Estado del general Franco?

-Al declararse la guerra por parte de Franco, en Madrid hay prácticamente un escándalo de gente por la calle. Las comisarías no sabían que hacer. Y por otra parte, hubo gente que asaltó las cárceles. Estaban asustados los directores de las cárceles y pusieron en libertad a todos los que había. Pero en esa libertad de todos los que había, en ese momento de la República no había nadie detenido por cuestiones políticas. Yo tenía 16 años cuando llega la sublevación fascista en contra de nosotros. Y nos reunimos en un lugar determinado, que estaba también en Cuatro Caminos. Allí había un lugar en donde existía un sindicato. Y en ese lugar del sindicato había enfrente una Iglesia que tenía un muro y desde allí empezaron a dispararnos una tarde. Y nosotros estábamos abriendo huecos porque ya habíamos conseguido que nos dieran armas. Me acuerdo que cuando estaba en eso, vino alguien y me dijo “Luis, me parece que te llama tu padre” y vino mi padre con un guardián a decir que yo era menor de edad y que no podía estar allí, y que me llevaba para casa. Y me llevaron para casa, me encerraron allí y a los pocos días me escapé. Me escondí en casa de unos amigos.

-¿Cuál era la extracción social de la gente de la JSU?

-Claro, en mi caso, la gente que luchaba era tan buena o mejor que yo pero no era un grupo de estudiantes sino era un grupo de gente pobre. Algunos, en aquel entonces, no sabían leer ni escribir. Había mujeres y hombres de fuertes convicciones. Las cuales hicieron que me elijan para que fuera al sur del Tajo de Comisario de Batallón, que es una forma de rango de guerra cuando no están bien definidos los rangos militares. No existían ni los ejércitos… Lo fundamental era que toda la gente que llevábamos era de la JSU. Yo digo que es importante saber que en las guerras de aquel entonces los hombres que tenían cuarenta años cumplidos no servían para la defensa. No servían ya que eran muy gordos y poco ágiles para el desempeño y para el combate. Más bien servían para una jefatura. Nosotros llevamos gente joven. Mi padre me fue a visitar allí y no podía entender que el General, con el cual yo ya estaba trabajando, me había hecho ya Comisario de Brigada y estuviera encantado conmigo y con la gente. Me habían pasado de Batallón a Comisario de Brigada.

-¿Cuál era su ubicación al desatarse la Guerra Civil en 1936?

-Estaba en la defensa de Madrid y nos invitan a para que vayamos del sur del Tajo, a la defensa de Madrid, un batallón y este batallón que viene tiene la parte fundamental de los mineros de Huelva. Entonces, el peligro fundamental de las guerras, como nos pasa también en Iraq, son las unidades que van con los carros de asalto… Y a nosotros, cuando llegamos a Madrid nos llevan a estar en un punto de la capital y nos informan que nos van a avisar de alguna novedad. Resulta que nadie nos avisa y cuando vamos allí a preguntar “¿qué es lo que pasa?”, vemos que en el lugar donde estaba el Gobierno de la República estaba lleno de papeles que habían tirado por el suelo y no hay nada más que dos personas allá, un militar y una mujer.

El ejército de Franco se había apoderado del lugar donde estaba la comunicación del Gobierno español para que no se pueda transmitir cosas que podían llegar a tener importancia hacia el exterior. Y entonces, cuando atendían ese teléfono decían: “Acá no mandan ustedes” y cortaron las comunicaciones. Estaba el POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista), que estaba mandado por la gente al punto de que, cuando el enemigo llegó a Barcelona, litigaba a todos los soldados y oficiales para el control de la República. Por si fuera poco, la gente de Franco se había encargado ya de asesinar a varios Generales de la República. Resulta que la gente de Franco les decía: “Usted hable con el Gobierno de España y dígale que todo está bien, que usted está a su lado y que no se preocupe”. Entonces, los Generales iban hablando y a medida que empezaba a oír eso les pegaban cuatro tiros en la cabeza y los mataban.

-Pero, viendo todo esto, de la gente fusilada y habiendo escritores como García Lorca, ¿qué impresión le produjo la noticia de la muerte de él?

-La impresión que nos produjo a todos es una amargura muy grande por todos los trabajos que hizo Lorca. Por ejemplo, cuando está todavía la dictadura en la guerra, en Barcelona, él publica el libro ese que dice una republicana: “Yo qué crimen cometí, por qué me matan, dónde está la razón de la justicia… En la bandera de la libertad juré lo más alto de mi vida”.

En todos los movimientos suyos en España hay la actividad permanente con los vailladores y las vailladoras que tanto van recorriendo los pueblos de España y despertándolo hacia el grito “Quién mató al enconmendador. Ovejuna, señor”. Y nosotros nos movilizábamos con todos esos actos para ir a los pueblos. Y los invitábamos porque les decíamos que iba a venir Borges, y tal y cual… Y fuimos creando una serie de amigos, así por todas partes.

-¿Sus padres habían quedado en Madrid?

-Mis padres quedaron en Madrid y yo, por desgracia en la batalla de Teruel. Allí, en ese entonces, estaba dominando la fuerza Galán y resulta que habíamos tomado la capital. Y en la capital había todo un grupo de comisarios reunidos que no se habían dado cuenta de que el enemigo había cruzado y les había ganado por la espalda rodeando la capital. Y entonces ellos, la única manera de defenderse era disparando con lo que tenían. Tiraron disparando… Ellos no eran Comisarios nuestros sino Comisarios de otra unidad. Ellos sabían que a los Comisarios se los detenía y automáticamente se los fusilaba sin juicio, sin nada. Y entonces, cuando vieron que estaban rodeados, reservaron sus pistolas y se suicidaron. En ese entonces a mi padre, que estaba enfermo del corazón, le habían prohibido que estuviera viendo las cosas de la guerra pero se entera del suicidio de los Comisarios y mi padre le dice a mi madre, “Luis ha muerto”. “¿Cómo que ha muerto?” le pregunta mi madre. Mi padre le responde, “Sí, estaba en Tehuel y se han suicidado los Comisarios”. Mi madre trata de calmarlo y le dice, “No bueno pero hay que ver”. En ese momento mi padre le responde: “No, no, me voy a acostar que me siento mal, me siento mal”… Y a la media hora mi madre lo fue a visitar a la habitación y mi padre había muerto en la cama”. Por error… Comprendió mal. No comprendió que los Comisarios que se habían suicidado eran otros.

-¿Cómo fueron esos últimos días de combate?

-Y Madrid siguió aguantando, inclusive cuando nosotros desde Barcelona habíamos agarrado parte de la frontera retirándonos porque no teníamos suficiente fuerza. Nosotros ofrecimos al Gobierno de la República que nos podíamos quedar en la frontera francesa pero dentro de España porque allí el enemigo no podía subir por la cantidad de cuestas que había y nosotros teníamos armas que ellos nos daban. Y el Gobierno nos indicó que no, que pasáramos para Francia. La idea del Gobierno era que estando allí nos facilitara para pasar a Madrid, que era el punto clave que estábamos defendiendo. No nos admitieron ninguna de esas cosas. Y me atendieron bien los franceses y fueron muy amables cuando teníamos armas pero cuando el Gobierno de la República nos pidió que dejáramos las armas, nos partieron y nos llevaron a distintos campos de concentración


Al final de la guerra Luis Alberto Quesada exilió a Francia pasando por varios campos de concentración. Al estallar la Segunda Guerra Mundial formaba parte de una Compañía de Trabajadores que fue llevada a la frontera con Bélgica para trabajar en las fortificaciones de la línea Maginot.


-¿A qué tipo de campo lo llevaron a usted?

-Al terminar la Guerra Civil me llevaron a Barcadez. Y más tarde, al estallar la Segunda Guerra Mundial terminamos en la línea Maginót. En la línea Maginót yo dirigía a los argentinos y españoles porque era en un lugar al lado de la Frontera Belga. Allí nos propusimos reunirnos todos y elegir cuál sería el jefe del grupo. Entonces, como yo había sido Comisario en España, como era agente de la JSU y como eran gente de otro lugar donde habíamos estado en Barcadez, me eligieron a mi. Entonces, venía el francés y me decía: “Esto no es la guerra de España” y yo le decía “No, cuando en el campo soplen los rifles alemanes, aquí se termina”. El campo donde estábamos nosotros construyendo cosas para que no entraran los alemanes, había sido un campo de la Primera Guerra Mundial.


Tras el inicio de la ofensiva alemana contra Francia, Luis huyó en bicicleta hacia el sur llegando a Burdeos. Aquí contrajo matrimonio con Asunción Allué. Nada más nacer su hijo pasó a España. Al cabo de pocos meses fue detenido. Conoció las cárceles de General Porlier, Carabanchel, Alcalá de Henares y Burgos, donde permaneció trece años desplegando una gran actividad reivindicativa y cultural.


-Nos gustaría que nos comente cómo fue eso de crear un periódico y poder difundirlo entre algunos internos de la cárcel.
-De la mayoría de los internos que estábamos en la cárcel había gente de muy buenas convicciones en cuanto, no solamente a conceptos, sino también en cuanto a su propia historia y nosotros en la cárcel…. Por ejemplo, yo estuve la primera detención que me entregó un camarada mío, me entregó a la policía cuando estábamos en Madrid a mi me habían hecho responsable de la JSU para mover a la gente dentro de lo que tuviera Franco…


¿Y dónde nos detuvieron? Me detuvieron en la Puerta del Sol donde antes estaban los caballos de los guardias. Seguramente porque yo tenía cara de caballo, nos metían abajo también para tenernos. A mi me tuvieron más de quince días pegándome y con las manos amarradas atrás con un policía de vista permanente. Estuve allí y ellos querían saber con este enemigo que había dado datos de quiénes eran los que yo dirigía en Madrid.

Entonces, yo decía que había llegado allí, que no dirigía a nadie, que quería dirigir pero no, tal y cual, y ellos querían saber. Mi mujer se había quedado con mi hijo en Burdeos y la fue a buscar el que me entregó a mi y le dijo: “Luis está con trabajo, está trabajando muy bien y me ha dicho que vayas para allá”. Entonces mi mujer le creyó y así con el hijo pues al pasar la frontera la estaban esperando los guardias y la detuvieron. Entonces cuando la detuvieron, la llevaron primero a una cárcel y después la pasaron a donde yo estaba. Y yo oía llorar a un niño y no sabía quién era el niño que estaba llorando con el policía cerca y al final cuando me llevaron a la cárcel de Gral. Rodríguez me enteré que el niño que estaba llorando era mi hijo. Y mi familia, yo tenía en la familia más gente de derechas que de izquierda. Mi cuñado se había quedado en Málaga y logré que viniera porque a mi mujer se le cortó la leche y le habían dado una leche que no correspondía para los niños. Mi cuñado y la familia lograron que mi mujer saliera de la cárcel pero se tenía que presentar todos los días. A mi me bajaron de nuevo y me dieron como aniversario una paliza, pero bueno… Ella salió, pudo salir. Se presentaba y con una amargura tremenda vio que el que me había entregado a mi y a ella estaba siempre hablando con los policías y un día le dijo a mi mujer: “¿Qué haces aquí?” y mi mujer le dijo: “No, pero, ¿tu estás al servicio de estos o qué es lo que pasa?”. Y así se quedó la cosa, ella pudo salir, pudo estar, pero todos los días se tenía que presentar y muchos días dejaba el hijo con una de mis hermanas…

-¿Cómo fue el haber estado condenado a la pena de muerte?

-Cuando estuve condenado con la pena de muerte, ahí mataron a muchos. Mataban a muchos y, mataban y mataban y mataban. Y mi tío que estaba aquí, Germán, hizo mucho trabajo. Se pasó 17 años luchando porque no me condenaran por tal. Murió mucha gente acá y estuve 4 meses condenado a la pena de muerte. Estábamos condenados a la pena de muerte y las cuatro de la madrugada es cuando te sacaban a golpearte todos los días. En fin, pude salir gracias al esfuerzo de mi familia.


Luis Alberto Quesada fue puesto en libertad en 1959 y el Gobierno lo expulsó de España conmutada la pena de cadena perpetua por la de extrañamiento perpetuo. Se instaló en Buenos Aires donde desarrolló desde entonces una intensa actividad en pro de la libertad de España y hoy es autor de varios libros de cuentos y poemas.


Equipo de Producción: Nadia Boscaro, Sergio Fernández, Claudio Morales, Emiliano Sánchez, Diego Sívori y Joaquín Túñez.

1 comentario:

Aurore dijo...

Estimados señores del Grupo Pasteur,
Estoy haciendo una tesis en Francia (Universidad Paris 3) sobre los poetas encarcelados bajo el franquismo, entre ellos, Luis Alberto Quesada Cerdán, sobre el que hicieron ustedes un reportaje radio en abril de 2005.
Intento contactar con su familia (sus descendientes) en Argentina, pero no encuentro ninguna huella de ella.
¿Tienen alguna manera de contactar con ellos?
Muchísimas gracias de antemano.
Un saludo cordial,
Aurore Ducellier.