MEDIOS ANTES PERO CON LA DICTADURA

Por Silvina Mohnen


El 24 Marzo de 1976 el diario Clarín publica en su tapa “Nuevo Gobierno” y deja así plasmado el inicio de un nuevo golpe de estado. Otro más, en donde los medios gráficos más importantes serían, como lo eran ya para ese entonces, importantes creadores de un contexto o clima de opinión adverso al gobierno constitucional y elogioso del actuar militar. Lejanos a la acción de informar con objetividad, los matutinos de mayor tirada eran los grandes partícipes de maniobras de sectores empresariales, militares y eclesiásticos que se venían sucediendo desde la muerte de Perón. El levantamiento de la Fuerza Aérea y el asalto a Monte Chingolo en diciembre del ´75 fueron los dos episodios de mayor importancia para las F.F.A.A. y para los principales diarios. Para los primeros para evaluar el grado de aceptación que tendría un nuevo golpe de estado en la sociedad y a los otros, para profundizar aún más el clima de opinión antigubernamental.


Para ese entonces y como en la actualidad, hacia 1975 el diario de mayor circulación y mayor influencia en todo el país era el matutino CLARÍN, con aproximadamente 400 mil a 500 mil ejemplares diarios promedio. Seguido de este, estaba Crónica con una tirada de 350 mil en su edición matutina. Y luego le seguía en tercer lugar el diario LA NACIÓN con 250 mil ejemplares diarios promedio. Por último y por una escasa diferencia al anterior estaban La Razón, Buenos Aires Herald, LA OPINIÓN y La Prensa.

Los matutinos CLARIN, LA NACION y LA OPINION fueron los tres grandes matutinos que se encargaron desde la asunción a la Presidencia de la Nación de María Estela Martinez de Perón, en resaltar con cierto amarillismo e insistencia los errores de la administración del gobierno en contraposición de los aciertos de las Fuerzas Armadas en la mal llamada “Lucha contra la subversión”.


El enfoque por parte de LA OPINIÓN era claramente de tendencia opositora. El mismo Jacobo Timerman, director del matutino, era de un marcado antiperonismo y las editoriales del diario ya habían comenzado a recrudecerse con la asunción de la Presidente. El periódico intentaba mostrar la inoperancia del gobierno y advertía que la situación del país hacía cada vez más factible un golpe de Estado, mediante una no tan encubierta simpatía hacia las acciones militares. Perfecto ejemplo de ello es el editorial publicado en un recuadro en tapa en el mes de diciembre de 1975, mediante el cual Timerman muestra a los militares como una poderosa arma contra todo hecho subversivo y hace hincapié en el apoyo que debe ser dado a los mismos en la guerra que se está llevando a cabo. “La guerra es de los argentinos” y desarrolla el artículo diciendo: “A pesar de las pomposas declaraciones de algunos funcionarios, la Argentina no está en guerra. Las batallas y bárbaros asesinatos que ensangrientan al país tienen tres participantes solos: Ejército, delincuentes subversivos de izquierda y delincuentes subversivos de derecha. Los argentinos quieren la guerra contra los dos terrorismo… Cuando el pueblo sea convocado a la guerra y conducido por las Fuerzas Armadas podrá ganar esta guerra...”

A su vez el 3 de diciembre de 1975, el matutino titulaba en su contratapa: “Fue consumada otra masacre en Tucumán”, haciendo referencia a los “asesinos” de extrema derecha e izquierda que dieron muerte a varias personas y opinando acerca de la situación del país como si éste estuviese viviendo una agresión por dos flancos dispuestos por grupos armados de diferente signo. El diario, además, agregaba: “…la lucha contra la subversión en el marco de la legitimidad y de las instituciones continuó desarrollándose con éxito en todo el país a través de operaciones del Ejército, apoyados moral y materialmente por la otras dos fuerzas armadas y de seguridad”.


Así el matutino dejaba en claro cuáles son los actores implicados -Extremistas, Gobierno y Ejército- y traslucía cierto grado de apoyo al operativo aclarando que el mismo se había realizado “en el marco de la legitimidad y de las instituciones”.


Por su parte, el mismo 3 de diciembre LA NACIÓN anunciaba en su tapa: “Acción terrorista en Tucumán: 4 muertos” y detallaba brevemente los hechos así como la cantidad de muertos, calificando a los atentados perpetrados mediante bombas como “atentados terroristas”. Al contrario de LA OPINIÓN, el matutino de Mitre se encargó de condenar solamente a los asesinatos provenientes de grupos guerrilleros y dejó sin veredicto alguno las muertes provocadas por grupos de ultra derecha.

Así y a lo largo de todo el mes de diciembre de 1975, titulares relativos a la subversión y la lucha de las Fuerzas Armadas contra la misma, se repitieron incansablemente en los tres medios gráficos analizados. “Sostenida acción aérea antiextremista” puede leerse en la tapa de LA NACIÓN. Repudia el Ejército los hechos de Tucumán” es uno de los encabezados del diario LA OPINIÓN. “Se iniciarán en Tucumán nuevos operativos contra la subversión” es uno de los títulos de CLARÍN. Los anuncios de reuniones en las Fuerzas Armadas, la reafirmación de la vocación de las mismas en la lucha para combatir la subversión y la necesidad del apoyo del pueblo para aniquilar a la subversión, son sólo algunos de los temas que trataron los medios gráficos a lo largo de los días.



LEVANTAMIENTO DE LA FUERZA AÉREA



En un preanuncio de lo que sería el golpe de Estado de marzo del ’76, a partir de la madrugada del 18 de diciembre de 1975, integrantes de dos bases pertenecientes a la Fuerza Aérea inician un sublevamiento al mando del brigadier Orlando Jesús Capellini, más precisamente las bases de Aeroparque y Morón. Autoproclamándose el “Comando Cóndor Azul en Operaciones”, los sublevados detienen a quien entonces era el titular de la Fuerza, el Comandante Héctor Luis Fautario, junto a otros oficiales. Su principal demanda es la renuncia del Comandante así como la de la Presidenta María Estela Martínez de Perón exigiendo que la cabeza del Ejército, el Teniente General Jorge Rafael Videla, ocupara su lugar.


Paradójicamente, o no, el día anterior Isabel había anunciado la convocatoria a elecciones para el 17 de octubre del siguiente año. La connotación política de la fecha, por tratarse del Día de la Lealtad Peronista, había causado un gran malestar en los sectores opositores, y algunos lo tomaron como una verdadera provocación.



LA OPINIÓN del 19 publicaba en el copete de su tapa: “Asumió esta madrugada el brigadier Orlando Agosti, en reemplazo de Fautario, el Comando General de la Fuerza Aérea” y el título que lo acompañaba decía: “Resistencia de los sublevados”.


En cuanto a Videla, de viaje oficial en Venezuela al momento de iniciarse los hechos, al regresar exhortó “al Ejército a mantener el alto ejemplo de cohesión, disciplina, desinterés y responsabilidad demostrado en todo momento”. Mucho se habló años más tarde sobre por qué el golpe no se produjo en ese momento pero sin embargo, en palabras de Félix Luna “la indiferencia o simpatía que despertó el levantamiento” acrecentó el ego de la cúpula militar para seguir tejiendo el verdadero golpe. Así, la página 9 de LA OPINIÓN del sábado 20 tituló “La población aceptó con calma indiferente los acontecimientos” acompañado de un copete que decía: “Los vuelos rasantes apenas alteraron un día en que se compró, se vendió y se colmaron espectáculos y restaurantes”, haciendo alusión a los vuelos de los sublevados sobre la Casa de Gobierno de la Nación.


Sin embargo, la indiferencia de la población a la que el diario se refirió fue contradictoria con la importancia que el mismo medio le dio al hecho creando a partir de la fecha una sección de muchas páginas que bautizó como Crisis Institucional. Por si esto fuera poco, en la contratapa del matutino aparecía: “El vacío de poder creado por la muerte de Juan Domingo Perón marcó el comienzo de una prolongada crisis”. Así profundizaba aún más la contradicción anterior y agregaba el planteo de una aparente acefalia en el Poder Ejecutivo.

Al día siguiente, CLARÍN titulaba “El ataque a la base fue el pico de la crisis”, a una extensa crónica de lo sucedido el día anterior. Y “Dos horas bajo el fuego” y “En el Aeroparque rebelde” publicaba el diario para encabezar los relatos separados de dos periodistas, uno en cada base, acerca de lo vivido minuto a minuto en los lugares de los hechos.

Los diarios del domingo 21 salieron a la calle con extensas líneas dedicadas al conflicto en cuestión. CLARÍN publicó una variada cantidad de notas a lo largo de 17 páginas citando a todos los actores intervinientes. Entre ellas, aparecía en la página 12 y 13: “La Presidente siguió desde gobierno los sucesos de ayer” y “Advierte a la población que haga caso omiso de las versiones alarmistas con que se intenta perturbar el orden público”. Así como en la página 14 “La CGT ratificó el estado de alerta y convocó para hoy al Comité Confederal”. También dio a conocer los mensajes de adhesión a la Presidenta de distintos funcionarios y asociaciones como la CGE, en una columna de la página 4.


Por su parte LA OPINIÓN, en la página 16, insistió en que “La apatía fue la respuesta civil a los acontecimientos”. Afirmación que complementaría el diario LA NACIÓN publicando en la editorial del día siguiente: “Una de las evidencias más significativas en todo este laberíntico pasaje es la de que ha habido una suerte de consenso, tanto en el campo militar como en la ciudadanía, en torno de la necesidad de que alguna ráfaga de recuperación moral ventile los diversos ámbitos contaminados por la desaprensión administrativa”. Palabras que hacen hincapié en un cierto apoyo o adhesión que daría la población en ese entonces para reencauzar al país, considerando el público lector de este matutino.


La sociedad quedó ajena a la información clave que se conocería 30 años después con la desclasificación de los documentos de la Secretaría de Estado norteamericana. CLARÍN publicó una nota el 24/12/2005 dando a conocer los pormenores de aquel episodio. El embajador norteamericano en la Argentina en 1975, de apellido Hill, había informado a su país de origen que “Esta mañana, los informes indicaron que el capellán general del Ejército, monseñor Adolfo Tórtolo está sirviendo como intermediario entre Videla y la Sra. de Perón. (...) Tórtolo no habría tenido suerte. Le habría trasmitido la insistencia de los tres comandantes (Videla, Massera y Agosti) en que ella se alejara del poder".


Recién el conflicto hallaría su fin por la mañana del lunes 22, pasadas las impresiones de los diarios matutinos por lo que los mismos quedarían desactualizados frente a la radio y a la televisión en la difusión de la primicia.

El Ministro de Defensa, Vottero, comunicó a la Presidenta la resolución del conflicto. La CGT, que había iniciado el paro a las 10 de la mañana, levantó la medida una hora después al conocer la noticia. Horas más tarde María Estela Martínez de Perón pronunciaba un discurso en el cual comunicaba a la población el cese de la sublevación.


Tanto el diario CLARÍN como LA NACIÓN publicaron al día siguiente en tapa la foto de la Presidente pronunciando el discurso. El primero tituló: “Quedó solucionada la crisis de Aeronáutica” y citó a modo de subtítulo un fragmento del discurso de Isabel: He logrado evitar que se derrame sangre argentina”. Por su parte, LA NACIÓN colocaba como nota principal de tapa: “Mensaje de la Presidente tras la solución de la crisis aeronáutica” y consecuente con su estrecha relación con la Iglesia, agregaba: “Al margen de repetidos contactos entre el Comando General y la sede de la VII Brigada, es indudable que fue factor de fundamental importancia la intervención del vicario castrense, monseñor Adolfo Tortolo”.

En cuanto a LA OPINIÓN, el diario se inclinó más hacia las repercusiones que el conflicto había tenido para con la administración nacional y la imagen de la primera magistratura. En su tapa publicaba: “La Presidente comunicó al País que permanecerá al frente del Gobierno” con un copete que decía: “Tras lograr que los sectores rebeldes de la Fuerza Aérea depusieran su actitud, el ejecutivo asume la iniciativa política”. Casualmente ese día aparece una nueva sección en el diario de Timerman, con el nombre de Fuerzas Armadas, que difundía el discurso de los que ocupaban cargos en la cúpula de las tres armas.


MONTE CHINGOLO



En el mismo día en que los diarios afirmaban el fin del conflicto aeronáutico que había durado casi cinco días, horas más tarde se presentaba otro más trágico. El mismo 23 de diciembre, próximo al anochecer, ocurrió en palabras del diario CLARÍN del 24/12/75 “la agresión más grave en una guarnición militar próxima a la Capital Federal”. El ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo) había intentado tomar el Batallón 601 de Viejo Bueno del Ejército, en la localidad de Monte Chingolo, perteneciente al partido de Lanús. Allí se resguardaba un importante arsenal.


En el día de Nochebuena LA OPINIÓN titulaba: “Feroz ataque subversivo” con un copete que decía: “Tropas militares combatían esta madrugada a los terroristas hasta su exterminio” y más abajo: “Habría ya 60 muertos en las acciones”. En la tapa de LA NACIÓN aparecía una foto central del batallón atacado, cuyo título era: “Mueren más de 50 extremistas al atacar un Batallón en M. Chingolo”. La bajada decía: “En el múltiple operativo de los subversivos también perdieron la vida 4 militares y 2 policías; aviones y helicópteros actuaron en la represión; fue rechazado un ataque al Regimiento 7, con asiento en La Plata”. En tanto CLARÍN eligió decir: “Más de 50 extremistas fueron muertos durante el ataque a cuarteles”.

Ese mismo día CLARÍN había publicado en tapa la posible intervención de la provincia de Buenos Aires, que la Presidente y su gabinete estaban discutiendo. En clara oposición a este accionar, el Teniente General del Ejército, Jorge Rafael Videla, envió un radiograma felicitando al gobernador de la provincia de Buenos Aires, Victorio Calabró, por el apoyo de la Policía Bonaerense en los episodios de Monte Chingolo.



El general viajó a la provincia de Tucumán para pasar allí las Festividades. El lugar elegido no era casual, sino que sentaba el mayor antecedente de lo que serían los tiempos de la dictadura, gracias al “éxito” de la Operación Independencia.

(…) La inmoralidad y la corrupción deben ser inmediatamente sancionadas. La especulación política, económica e ideológica., deben de dejar de ser los medios utilizados por grupos de aventureros para lograr sus fines.” (…)

“El orden y la seguridad de los argentinos deben vencer al desorden y la inseguridad”...

“Así no cejaremos hasta el triunfo final y absoluto que será, a despecho de injustificadas impaciencias o intolerables resignaciones, el triunfo del país.”

Las radios y la televisión difundieron el discurso del Jefe del Ejército y los diarios quedaron relegados a brindar más detalles para el día 26 ya que los 25 de diciembre, por motivo de la Navidad, no se imprimen los mismos.

El 26 de diciembre LA OPINIÓN, en relación al radiograma que había emitido Videla 48 horas antes en favor de Calabró, tituló: “Las 62 disienten con el Ejército sobre el papel de Calabró”. Así, hacía referencia al descontento causado en las 62 Organizaciones por el apoyo que el arma le había dado al accionar del gobernador de la provincia de Buenos Aires.


Por su parte, CLARÍN prefirió hacer hincapié en el discurso que Videla había pronunciado en Tucumán, titulando: “Videla exhortó a terminar con la corrupción” y agrega: “Arsenal: En el ataque mueren 85 extremistas”. La NACIÓN, en cambio, tituló: “Pasarían de 100 los extremistas muertos” y luego: “Mensaje de Videla desde la Región de Operaciones” así como: “No intervienen a Buenos Aires”.



Los tres diarios hicieron un extenso desarrollo de lo ocurrido 48 horas antes y detallaron todo lo sucedido en Monte Chingolo que, por no finalizar antes de la impresión del 24, no habían podido brindar.


La utilización de la palabra “extremista” por parte de LA NACIÓN y CLARÍN para nombrar a los integrantes del ERP no tiene la misma connotación que el uso de la palabra “terroristas” que empleó LA OPINIÓN. Este medio fue el único que los catalogó como tal y definió sus acciones como de la misma índole. El mismo Videla, en una entrevista que concedería en 1978 al periódico TIMES de Inglaterra, afirmaba que Un terrorista no es solamente alguien con un arma de fuego o una bomba, sino también alguien que difunde ideas contrarias a la civilización occidental y cristiana”.


Como el enfoque dado a cada noticia influye enormemente en la generación constante de climas de opinión, las notas publicadas en los matutinos durante los meses previos al golpe de estado fueron de gran influencia en la sociedad. LA OPINIÓN, en su persistente aliento a las actividades militares así como a sus objetivos, mediante la publicación de noticias que vanagloriaban a las Fuerzas Armadas y defenestraban al gobierno constitucional; fue generando en sus lectores un clima de opinión positivo en cuanto a la imagen de los militares y negativo en lo relativo a las políticas del gobierno peronista. Al punto que, el 14 de febrero de 1976, la presidente clausuró por un lapso de diez días a dicho periódico aduciendo que desde hacía varias ediciones el medio realizaba acotaciones que incitaban al quiebre del orden constitucional.


Y si bien el “clima de opinión” o “contexto” era compartido por toda la ciudadanía, la manera en que el hecho social atravesaba a cada individuo o sector de la población no era y no es igual para todos. Esto se debe a la posición que el individuo tiene en la sociedad y a cómo el medio gráfico que lee diariamente le trasmite ese hecho, o sea, cómo está mediatizada la opinión pública.

Las distintas clases sociales, como se sabe, se identificaban, y lo siguen haciendo, con medios distintos. Por sus noticias de lenguaje simple y su sencillez, la clase media vio y sigue viendo a CLARÍN como el diario en donde sus intereses y demanda de información se ven cubiertos.


Por su parte, LA NACIÓN siempre ha aglutinado los intereses de sectores más altos, por lo que la crisis nacional que se vivía en ese entonces era un disparador para llevar adelante los intereses de esta elite, y el diario lo reflejaba así.


En cuanto a la información que brindan los medios, CLARÍN siempre se ha esforzado por dar a sus lectores un panorama general de lo sucedido a nivel país pero sin profundizar demasiado en ciertos temas, salvo aquellos de interés nacional, como por ejemplo la guerrilla en Tucumán; en los cuales no hay demasiado compromiso con la información expuesta y deja un amplio margen librado a la imaginación del lector.


En la vereda de enfrente se encontraba LA OPINIÓN, quien sí se comprometía en cada nota publicada y realizaba profundas investigaciones acerca de temáticas diversas. Para ese entonces el matutino comentaba acerca de la posición de la Iglesia, en una sección homónima, en lo que respectaba a los ataques sucedidos en Monte Chingolo y a la responsabilidad de las Fuerzas Armadas y del pueblo argentino en la lucha contra este enemigo, que es la guerrilla subversiva. La sección se encausaba más en el análisis de estos temas, que en lo referido a cuestiones de la Institución como, por ejemplo, celebraciones de relevancia en el calendario pastoral, nuevos ordenamientos sacerdotales o modificaciones en la estructura eclesiástica. Esta información sí la podíamos encontrar en LA NACIÓN en forma periódica y nunca dejaba de estar presente por la estrecha relación que siempre ha mantenido el medio con la Iglesia y porque el “típico lector” del matutino así la demandaba. LA NACIÓN ha dado siempre relevancia a aquellos asuntos que afectan a la elite o la Iglesia ya que son los intereses que ha defendido constantemente. Siendo la sección “sociales” un claro espacio que conglomera aquellas entrevistas a personajes de alta alcurnia o notas acerca de cambios en la cúpula eclesiástica, reproduciendo fragmentos de homilías y declaraciones de sacerdotes.


Por su parte, LA OPINIÓN dejaba ver el fuerte vínculo que existía entre las FFAA y la Iglesia. El 6 de enero de 1976 el matutino publicó un artículo donde relataba parte de la homilía del monseñor Bonamín, en la cual afirmaba que el Ejército “salvó en Tucumán la grandeza de la Patria”. Algunos de los presentes en dicha celebración eran Videla y Viola, Comandante General del Ejército y Jefe del Estado Mayor respectivamente. Aquellos que quedaban ajenos a este vínculo eran los curas pertenecientes al Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo y todo aquel miembro eclesiástico sospechado de actividad subversiva, a los cuales las Fuerzas Armadas intentaban bien desaparecer o secuestrar con motivo de hacer cesar su accionar.


En el caso de LA NACIÓN, el diario mostraba, de forma exacerbada, su simpatía hacia las Fuerzas Armadas, no sólo detallando cada accionar de la fuerza como una “bendición” ante la amenaza que era la subversión sino que además notificaba acerca de cada ascenso, sepelio o celebración en cada una de las armas. También citaba cada declaración realizada por integrantes de las Fuerzas y las felicitaba por combatir a los llamados “extremistas”.


Mientras tanto, CLARíN hacía escasa referencia a cuestiones militares, pudiéndose leer una o, a lo sumo, dos notas por edición y en formato pequeño. Salvo excepciones como el caso del 31 de enero que tituló enormemente en su tapa “Jefe de Policía será el Gral. Harguindeguy” y el 14 de febrero, que tituló resaltado “Las FF.AA. analizan la situación institucional”. Aunque en el interior del diario el tratamiento de estas noticias era una mera descripción de hechos más que una nota de análisis. LA OPINIÓN, por su parte, publicó la noticia de la asunción del jefe de la policía de la siguiente manera: “Harguindeguy asume su cargo mañana” y dos días después aclaró: “Asumió Harguindeguy como Jefe de la Policía. Las causas que determinaron la designación de un militar”. En ambas notas se hizo un análisis de quién era Harguindeguy y por qué asumía como jefe de la Policía dado que él pertenecía a las Fuerzas Armadas, cuestiones que no fueron tenidas en cuenta por CLARÍN a la hora de hablar de dicho nombramiento.

Para mediados de febrero la situación general del país era insostenible: Una de las notas que publicó LA NACIÓN decía: “Si mañana el golpe del que se habla por todas partes se produce, condenen a los que hicieron el clima para que ello sea posible, pero no condenen de entrada a los autores porque ellos también serán víctimas de la responsabilidad y las circunstancias” citando a Francisco Manrique, titular del Partido Federal.


El 13 de febrero la Presidente llamó a una Convención Constituyente cuyo fin era reorganizar el país para luego convocar a elecciones en 1977. Sin embargo, tres días después, decidió rectificar dicha decisión y llamar a elecciones para diciembre de 1976. Las constantes contradicciones del gobierno eran utilizadas para la elaboración de interesantes notas periodísticas, así como también dejaban en claro una preocupante imagen de debilidad del gobierno y un gran vacío de poder. Estas cuestiones darán a las Fuerzas Armadas los motivos necesarios para llevar a cabo, ocho días más tarde, el golpe de Estado.


En marzo puede verse cómo los titulares de esos días avistaban una pronta salida del gobierno, aunque aún desconocían cuál sería. Por un lado se continuaba examinando la posibilidad de destitución de la Presidente por inhabilidad, por otro lado se proponían multisectoriales. En forma simultánea, las Fuerzas Armadas analizaban la situación del gobierno admitiendo la crisis. El Gral. Videla había afirmado que no estaba en la naturaleza de las Fuerzas Armadas la incursión en golpes de Estado, pero que, sin embargo, situaciones excepcionales como un caos generalizado eran causa más que suficiente para que las mismas entraran en acción.


Los diarios, por su parte, publicaban notas como las que siguen a continuación: “El pronunciado silencio de las Fuerzas Armadas en los últimos días (se relaciona con que éstas) sostienen la necesidad de que se agoten las instancias institucionales en procura de soluciones en un marco de responsabilidad general y compartida” dijo LA NACIÓN a principios de marzo. Y a mediados del mismo mes, dicho medio publicó en su portada “La violencia en todas sus manifestaciones preocupa a los militares hasta el grado tal que están dispuestos a asumir plenas responsabilidades en este agudo plano del quehacer nacional”. Por estos días la situación era tal que incluso CLARÍN dijo en su editorial del 22 de marzo que la alternativa propuesta por el gobierno y la oposición, de adelantar las elecciones a octubre de dicho año para mantener la democracia, era “inconducente”, con lo cual dejaba entrever a sus lectores que algo estaba por suceder. Mientras tanto, LA OPINIÓN seguía induciendo a su público a aceptar que las Fuerzas Armadas eran la única salida ante los constantes atentados extremistas y titulaba: “Un muerto cada cinco horas, una bomba cada tres”, explicando en la nota que “Diez cadáveres (siete en la provincia de Buenos Aires, dos en Rosario y uno en Córdoba) fueron el trágico saldo de la violencia, ayer en la Argentina (…) En conjunto, confirieron al país otro récord nefasto, mientras la Nación política debate dramáticamente su futuro institucional. De jueves a jueves –entre el 11 y el 18 de marzo- treinta y ocho personas fueron asesinadas en todo el territorio del país (…) En el mismo período, cincuenta y una bombas estallaron en diferentes sitios. El balance no puede ser más espantoso: cada cinco horas un asesinato; cada 3 horas, una bomba detona en algún lugar de la República”. Así, dejaba al desnudo y con mayúsculas, aquello que venía publicando diariamente en varias de sus secciones: El aumento de la actividad subversiva se había tornado incontrolable en todo el país, varias personas habían sido asesinadas a lo largo y ancho del territorio. En sus columnas resaltaba la extensión que habían tomado las actividades “terroristas”.


Mientras que la Sra. Presidente se encargaba de cuestiones de índole política que afectaban al país, dejaba en manos de las Fuerzas Armadas los operativos necesarios para aniquilar la subversión.


Sin embargo, por más que el Poder Ejecutivo apoyaba a estas fuerzas, para LA OPINIÓN, el apoyo no era suficiente. El ambiente de golpe se hizo más evidente aún cuando el matutino tituló el 21 de marzo: “Prácticamente un noventa por ciento de los argentinos habla hoy de la proximidad de un Golpe de Estado”.


En las portadas de los diarios del 24 de marzo de 1976, podemos ver, una vez más, la diferencia en el tratamiento de las noticias por la prensa analizada. CLARÍN tituló: “Nuevo Gobierno” y dijo que la presidenta, debido a la prolongada crisis que afrontaba el país en ese entonces, se habría alejado del poder, motivo por el cual asumían el mando del mismo las Fuerzas Armadas. Como puede verse, este medio planteó el golpe como un “alejamiento” de la presidenta. En cambio, en LA NACIÓN la situación fue abordada de manera diferente. Para este diario fueron las Fuerzas Armadas las que asumieron el poder luego de detener a la Presidente, dado el rechazo por parte de los militares de una propuesta que evitase la ruptura del orden institucional. Así, el poder es asumido por las Fuerzas Armadas y no relegado por el gobierno, tal como lo planteaba CLARÍN.


Si bien como nos dicen Blaustein y Zubieta, autores de Decíamos ayer, no se puede cuantificar la influencia de los medios de comunicación en la población, son muchas las teorías de la opinión pública surgidas en los últimos cincuenta años que han podido comprobar la preponderancia de la prensa en el contexto cotidiano de las personas. Este contexto tiene decididamente alta repercusión en la opinión que las mismas personas forman sobre los temas de los cuales se informan. No por nada, la prensa ha recibido el nombre de Cuarto Poder, en alusión a un poder más de la separación establecida por Montesquieu.


Los medios son creadores de la opinión pública, entre otros actores. Manipulan la información y forman una agenda de temas que buscan poner en la discusión pública, a raíz de la lente bajo la cual ellos ven la realidad. Esa lente no es para nada ingenua, sino que tiene bien en claro los intereses a los que responde cada medio y que se ven plasmados día a día en las hojas de sus periódicos. Esos intereses pueden o no coincidir con el gobierno de turno. En el caso que nos cita, ya desarrollamos extensamente la posición de cada matutino al respecto. Y por qué colaboraron desde sus páginas, LA NACIÓN y LA OPINIÓN más abiertamente y CLARÍN más silenciosamente, en la desestabilización del gobierno de Isabel Perón.


Los medios tienen la capacidad para formar “climas de opinión”. A través de la información que brindan, en el desarrollo de notas de opinión sobre temas de interés público, o en la omisión de ciertos tópicos, logran un impacto en su público lector que se condice con su propia óptica. Qué se publica en tapa, qué noticias son plasmadas en sus páginas centrales o en un recóndito lugar del diario está fríamente calculado. Al decir de César Luis Díaz en su libro La Cuenta Regresiva, la prensa gráfica coadyuvó a crear un “clima de opinión” que en cierta forma logró que una parte de la población no menor aceptara el “nuevo orden establecido”.

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