1984, donde la máquina y el Estado han triunfado sobre el individuo

El autor nacido en el año 1903 en la India, como Eric Blair, con el pasar del tiempo adoptó el seudónimo de George Orwell, con el que firmó la totalidad de sus obras. Entre las mismas, figuran "Homenaje a Cataluña", donde volcó una serie de relatos recogidos tras su paso por España durante la Guerra Civil. Y junto con "1984", su novela más prestigiosa, "Rebelión en la Granja", mordaz sátira de los gobiernos totalitarios, en particular la U.R.S.S. y el período estalinista.

El relato en cuestión expone las posibilidades de una manipulación técnica de la naturaleza humana. Es decir, pone de manifiesto lo que el Estado, en completo usufructo de la técnica y con una presencia absoluta en la toma de decisiones y en el manejo de la información, puede generar en las relaciones humanas.

Uno de los valores a destacar de Orwell en esta obra es, más allá de sus dotes literarias que lo colocan como uno de los mejores escritores ingleses del siglo XX, su profundo conocimiento del alma humana, de sus penurias y miserias. Tiene la capacidad de poner al descubierto la psique de un hombre alienado no sólo en su trabajo, sino también en su cotidianeidad. El completo seguimiento al cual se ve sometido el protagonista, Winston Smith, expresa el concepto de vigilancia panóptica que otrora explayara Michel Foucalt.

Esta novela es una de las obras cumbres de la trilogía de las antiutopías del siglo XX, junto con "Un mundo feliz" y "Fahrenheit 451". Otro aspecto muy interesante es como el autor logra acuñar ciertos conceptos-axiomas de los que parte la sombría sociedad descripta en 1984, una sociedad donde la máquina y el Estado han triunfado sobre el individuo. Uno de ellos es el eje principal que le da perpetuidad al aparato estatal: la alteración del pasado. Posee su razón de ser, en carácter de dos partes fundantes: la primera, de carácter subsidiaria, tolerar las condiciones de vida actuales por la carencia de otras contra las cuales contrastarlas.

La segunda, y fundamental, "reformar" el pasado dada la necesidad de salvaguardar la infalibilidad de la doctrina estatal. Esto desprende el principio de inobjetividad de los acontecimientos pretéritos, acontecimientos que sólo perduran en documentos y en la memoria
de los individuos. Es en su totalidad una novela que, a mi entender, brinda categorías de análisis inéditas mediante una crítica de las técnicas modernas de vigilancia.

Para concluir, una frase expresa del libro respecto a la alteración del pasado: "Quien controla el pasado, controla el futuro Quien controla el presente, controla el pasado".

Joaquín Túñez.

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