El Taller de Periodismo escolar convocó a estudiantes del colegio a pensar, investigar y reflexionar con motivo del 25º aniversario del comienzo de la guerra de Malvinas. Una labor de honda emoción y de profunda crítica frente a un aniversario que despierta fuertes sentimientos en la sociedad. En el Colegio, las chicas y los chicos presentaron sus trabajos grabados en un programa de radio durante el acto escolar del 2 de abril frente al conjunto del alumnado en el patio de la institución educativa de Villa Devoto.
El 2 de abril de 1982, el general Leopoldo Fortunato Galtieri ordenó tomar la capital del archipiélago gobernado por el Reino Unido e izar la bandera argentina. Siguiendo sus órdenes, miles de militares en su mayor parte jóvenes, quienes desembarcaron en las islas Malvinas con la excusa de luchar por su patria, a nadie le importó si realmente estaban preparados para dicho combate en todo aspecto”, explicó en un trabajo de reflexión realizado por la alumna de 2º año, Alejandra Cipolla Bäumler. Convocados por el Taller de Periodismo del Colegio Nº19, chicos y chicas del tradicional secundario del barrio trabajaron en la investigación y análisis histórico-periodístico con motivo del 25º aniversario del inicio de la guerra de Malvinas.
“A 25 años de una de las efemérides más tenebrosas de nuestro pasado reciente, existen muchos elementos a analizar a fondo. Una guerra que comienza el 19 de marzo (1982) en Puerto Leith, islas Georgias de Sur, con lo que para muchos fue un operativo de inteligencia encubierto, a través del envío de trabajadores argentinos a dicha isla a desmantelar una factoría, trabajadores que, de forma poco conveniente, izaron el pabellón argentino”, se expresaba el ex alumno Joaquín Túñez, presidente del Centro de Estudiantes y partícipe del taller colegial a lo largo de sus cinco años de bachillerato.
Otra ex alumna que integró la experiencia educativa del “Luis Pasteur” de 1º a 5º año, Lara Fachino, trazó un panorama sumamente crítico relativo a la preparación militar argentina previa al desenlace militar del conflicto diplomático con los británicos, “con la más mínima estrategia de combate, con una pésima preparación de los soldados, y para mejorar la situación con la más barata y vieja artillería, digna de un país del Tercer mundo. Así la junta declaró la guerra, y mandó a chicos de entre 18 y 23 años a la guerra, y ellos, valientes ante todo, fueron sin saber que encontrarían en el campo de batalla. Chicos del litoral y de Buenos Aires se iban a una guerra al sur, ¿pueden imaginarse que más allá de su pobre preparación como soldados qué tipo de resistencia al frió podían tener? ¡Ninguna!”.
Su compañera de estudios, Micaela Del Gaudio, alumna de 4º año, eligió el camino de la crítica a la hora de presentar su exposición, “Malvinas, a 25 años del último intento desesperado de los militares liderados por Galtieri de permanecer en el poder, una muestra más de la negligencia de aquel gobierno nefasto comandado por un general borracho, que creyó poder enfrentarse a Inglaterra, un país con una extensa trayectoria en enfrentamientos bélicos, el cual subestimó la importancia de Argentina para los Estados Unidos, suponiendo que obtendría su apoyo mandando a las pequeñas islas del sur un pequeño ejército formado por soldados con muy poca experiencia, sin los elementos necesarios para enfrentar la crueldad del clima y algo tan importante como fue la superioridad armamentista inglesa”.
El 2 de abril de 1982, el general Leopoldo Fortunato Galtieri ordenó tomar la capital del archipiélago gobernado por el Reino Unido e izar la bandera argentina. Siguiendo sus órdenes, miles de militares en su mayor parte jóvenes, quienes desembarcaron en las islas Malvinas con la excusa de luchar por su patria, a nadie le importó si realmente estaban preparados para dicho combate en todo aspecto”, explicó en un trabajo de reflexión realizado por la alumna de 2º año, Alejandra Cipolla Bäumler. Convocados por el Taller de Periodismo del Colegio Nº19, chicos y chicas del tradicional secundario del barrio trabajaron en la investigación y análisis histórico-periodístico con motivo del 25º aniversario del inicio de la guerra de Malvinas.
“A 25 años de una de las efemérides más tenebrosas de nuestro pasado reciente, existen muchos elementos a analizar a fondo. Una guerra que comienza el 19 de marzo (1982) en Puerto Leith, islas Georgias de Sur, con lo que para muchos fue un operativo de inteligencia encubierto, a través del envío de trabajadores argentinos a dicha isla a desmantelar una factoría, trabajadores que, de forma poco conveniente, izaron el pabellón argentino”, se expresaba el ex alumno Joaquín Túñez, presidente del Centro de Estudiantes y partícipe del taller colegial a lo largo de sus cinco años de bachillerato.
Otra ex alumna que integró la experiencia educativa del “Luis Pasteur” de 1º a 5º año, Lara Fachino, trazó un panorama sumamente crítico relativo a la preparación militar argentina previa al desenlace militar del conflicto diplomático con los británicos, “con la más mínima estrategia de combate, con una pésima preparación de los soldados, y para mejorar la situación con la más barata y vieja artillería, digna de un país del Tercer mundo. Así la junta declaró la guerra, y mandó a chicos de entre 18 y 23 años a la guerra, y ellos, valientes ante todo, fueron sin saber que encontrarían en el campo de batalla. Chicos del litoral y de Buenos Aires se iban a una guerra al sur, ¿pueden imaginarse que más allá de su pobre preparación como soldados qué tipo de resistencia al frió podían tener? ¡Ninguna!”.
Su compañera de estudios, Micaela Del Gaudio, alumna de 4º año, eligió el camino de la crítica a la hora de presentar su exposición, “Malvinas, a 25 años del último intento desesperado de los militares liderados por Galtieri de permanecer en el poder, una muestra más de la negligencia de aquel gobierno nefasto comandado por un general borracho, que creyó poder enfrentarse a Inglaterra, un país con una extensa trayectoria en enfrentamientos bélicos, el cual subestimó la importancia de Argentina para los Estados Unidos, suponiendo que obtendría su apoyo mandando a las pequeñas islas del sur un pequeño ejército formado por soldados con muy poca experiencia, sin los elementos necesarios para enfrentar la crueldad del clima y algo tan importante como fue la superioridad armamentista inglesa”.
“A través de los siglos, las guerras han marcado y hecho lo que hoy es historia. Todos sabemos que las guerras son horribles y crueles, pero desgraciadamente son la única salida que se tiene cuando la diplomacia no es escuchada o puesta en práctica. Una de las guerras que marcó importancia en la historia de nuestro país (Argentina) fue la famosa Guerra de Malvinas. La guerra estalla cuando Argentina no aprueba la diplomacia. El problema de Malvinas no era una cuestión limítrofe para resolver, sino un conflicto de soberanía territorial”, sentenció el joven Damián González, quien introdujo en su relato los conceptos de guerra, soberanía y diplomacia. Para los chicos, la guerra no parece ser el camino más indicado para la resolución de las diferencias entre las naciones, aunque el tema sea Malvinas, la hermanita perdida.
Malvinas, un sentimiento para los argentinos
“Cada 2 de abril homenajeamos a los caídos en la Guerra de las Malvinas y desfilan por los noticieros, las radios y hasta por las aulas, numerosas oraciones nacionalistas reivindicando la posesión de las islas, que por derechos son argentinas. Todos los años, casi por inercia, levantamos los brazos y nos unimos en masa dándole la espalda al Reino Unido, a todo ese hemisferio que nos menosprecia; nos sentimos orgullosos de nuestro folclore y de haber nacido de este lado del globo terráqueo. Sin embargo, ¿cuántos son los argentinos que por amor a su tierra exigen de verdad, que más allá del simbolismo de una bandera, se sienten nativos de un pueblo y una cultura latinoamericana, instando a la memoria y no al olvido? A veces, pareciera que fechas como éstas nos recuerdan a un partido de fútbol, a un Mundial o a un simple deseo de sentimiento de identidad grupal”, se interrogó la cuestionadora Ana Sorín, estudiante de cuarto año del ex Nacional 19.
Contradicciones que encierra una fecha emblemática que mediante la ley 26.110 sancionada en tiempos de la presidencia de Fernando De la Rúa, se impulsó para homenajear al veterano de guerra al declararse al 2 de abril como “Día del Veterano y de los Caídos en la Guerra de Malvinas”. Pero, esa fecha quedaría marcada en la memoria del pueblo como una de las pesadas cargas de la última dictadura militar, como lo recordó en su ponencia otra ex alumna del colegio y firme partícipe del taller en toda su secundaria, Lucía Singh. “Para esa época el gobierno militar buscaba encontrar un mayor apoyo por parte del pueblo, no tuvo una mejor idea que tomar como excusa el conflicto por las Islas Malvinas, y así despertar en la gente un sentimiento nacionalista que respaldara al gobierno en su intento por lograr la restitución de las islas”.
Con datos en la mano, la joven rememoró que “la guerra duró setenta y cuatro días, terminando con la rendición argentina y dejando para nuestro país un saldo de más de seiscientos muertos en batalla y más de mil heridos. Si se lo pensara fríamente, se podría llegar a la conclusión de que todo aquello fue como jugar a la guerra. Es que resulta increíble que nuestro país haya ido al enfrentamiento cometiendo tantos errores. El envío de miles de jóvenes sin experiencia, la desventaja que se tenía con respecto a las armas, y errores en lo que es la estrategia de guerra, fueron algunos de los desaciertos que se tuvieron a la hora de hacer frente a una potencia mundial como lo es Inglaterra, que no se iba a dejar avasallar”.
“Se jugó con la ilusión de todo un pueblo. ¿Qué más se podía esperar de un gobierno militar que irrumpió en el poder y se encargó de destruir a todo un país? Lo peor es que, una vez finalizada la guerra, los soldados argentinos volvieron y se encontraron con una indiferencia total. Los sobrevivientes quedaron con secuelas, debido al horror que tuvieron que vivir, lo que provocó que muchos de ellos recurran al suicidio”, sentenció Lucía Singh.
El reflexivo Joaquín Túñez trabajó sobre una de las contradicciones de aquel entonces, “el 30 de marzo del 82` la CGT convoca a una multitudinaria marcha a Plaza de Mayo tras la nómina de “Paz, Pan y Trabajo”, con la adhesión de la Multipartidaria y distintas agrupaciones sociales. Tras una marcha producida a lo largo y lo ancho de nuestro país, que dejó el saldo de un muerto en Mendoza y alrededor de 2.000 detenidos, se dejaría a la vista la ignorancia de un pueblo sin memoria. En una marcha que conjugó la ira de la gente hacia un golpe ya a todas voces asesino, fascista y genocida; que unió a militantes de ramas completamente diferentes tras una misma consigna, una marcha que buscaba demostrar que no iban a lograr acallar la voz de todo un pueblo con el miedo, la consigna era: ¡Exigir la defensa de la democracia!”.
“En vistas de esto, el por entonces gobierno de facto en plena etapa de derrumbamiento en picada, decide realizar el desembarco en las Islas, iniciando así un capítulo más de derramamiento de sangre en nuestra castigada historia. Tras el anuncio de dicho logro, el pueblo argentino acudió a la Plaza de Mayo, aquella misma plaza en la que hacía tan sólo 3 días atrás reprimían y llevaban detenidos a otra gran parte del pueblo argentino con la única diferencia que estos últimos poseían una conciencia, que más tarde la historia les iba a recordar. El 2 de abril de 1982, se produjo un quiebre, la Junta Militar en plena decadencia logró ser vitoreada ante un número 3 o 4 veces mayor de personas que las concurrentes hacía 3 días atrás, en lo que sería, tan sólo una inyección de patriotismo en las venas de un pueblo sin conciencia”, cerró el locuaz Túñez.
Para Vanesa Ocampo, ex alumna y estudiante del profesorado de historia, “la guerra de Malvinas constituye un hito fundamental para comprender las acciones realizadas durante la última dictadura militar que ha padecido nuestro país. En ese período, y con 30 mil desaparecidos que lo respaldan, se le dio un valor nulo a la vida humana y las torturas sufridas por aquellos que fueron secuestrados ilegalmente dan cuenta de la violación de la libertad y la dignidad inherente a cada persona. Con suma claridad la joven acotó que “la guerra que tuvo lugar en el año 1982 es uno de los más claros reflejos de aquella realidad. Miles de militares, en su mayoría jóvenes y poco experimentados fueron enviados a las Islas Malvinas con el pretexto de luchar en pos de la patria y la real intención de extender un poco más el gobierno de facto. No importó si tenían el entrenamiento adecuado, si tenían las herramientas necesarias para la supervivencia en un clima y situación tan hostil, y sobre todo, si no peleaban por una causa ya perdida de antemano”.
Lara Fachino recorrió el camino de la agudeza a la hora del análisis, “hoy sabemos que el fin de la guerra de Malvinas no era más que estirar la dura agonía de un gobierno de facto. Hoy lo sabemos, parece que el pueblo en ese entonces no se daba cuenta que el mismo gobierno que estaba empezando a repudiar, era el que apoyó cuando se declaró la guerra. Para ese gobierno la única salida para seguir en pie era teniendo el pueblo a favor o teniéndolo entretenido en algo como un Mundial ganado (el de 1978). Como el efecto del Mundial había pasado, no tuvo mejor idea de comenzar una guerra contra uno de los líderes mundiales”.
“Por medio de presiones a la prensa, como embargos a sueldos y la pérdida del cargo, logró engañar al pueblo que el 30 de marzo reclamaba la democracia en la plaza y tres días después demostraba su apoyo a partir de un efímero nacionalismo creado para la ocasión, alimentado con frases como "estamos ganando" y "que venga el principito", disimulaba algo que para muchos era obvio, Malvinas era una guerra perdida, su gobierno se desmoronaba, el país se venía abajo”, sentenció Micaela Del Gaudio, quien introdujo una de las cuestiones menos exploradas como la actitud de los medios en los tiempos de la guerra.
Nuevamente Ana Sorín, quien con un profundo sentido de la agudeza escribió que “aquel combate que se llevó a cabo albergó más que la reivindicación nacional, más que la recuperación de nuestro territorio y de la defensa ante el Primer Mundo. Aquella guerra que en vidrieras fue vendida como una causa noble y justa fue elaborada por una innoble e injusta dictadura, por corruptos y asesinos que enviaron combatientes inexpertos a un terreno desconocido, matándolos de hambre y frío sabiendo que no volverían. Resulta irónica, por no decir amargamente cómica, la idea que éstos tenían por nacionalidad, condenaban a John Lennon por cantar en inglés, mientras estaban secretamente aliados con Estados Unidos y entregaban a la soberanía extranjera el manejo de nuestra economía. La guerra de las Islas Malvinas fue tan sólo un recurso para perpetuarse en el poder”.
Los chicos de la guerra y la causa Malvinas
“Embebida en un mar de confusión, patriotismo, inconciencia y miedo, la Argentina se embarcó en una guerra de la que más de mil hermanos regresaron heridos y 650 jamás volvieron a pisar sus hogares. Tras 74 días, en los que ingenuo e incomunicado con el exterior, el pueblo argentino creyó posible la victoria de una guerra perdida, desde el momento de su concepción, se hizo inexorable el fin de la misma. El 14 de junio (de 1982), día en que se dio fin a la masacre, se sentenció también el fin del último gobierno de facto que hubiera de pisar suelo argentino”, afirmó Joaquín Túñez.
El alumno de quinto año, Pablo Lavandeira Starópoli, se encargó de profundizar en los verdaderos actores de la guerra, “se enviaron al campo de batalla a las entonces clases 1961, 62 y 63, éstos últimos todavía sin haber terminado la instrucción militar. Si sacamos cuentas nos van a dar que eran jóvenes de entre 21 y 18 años. No estaban preparados para soportar el constante frío del sur, ni el terreno árido y de piedras. No estaban preparados para mantener un combate contra una potencia militar. Es así que, además de sufrir todo lo que iban a sufrir, tuvieron que soportar la falta de equipamiento (municiones, armas, capas y botas para la lluvia y el frío, y un montón de cosas más) y la alimentación escasa”.
Siguiendo el mismo tenor, el estudiante se interrogó, “¿cómo, por poner un ejemplo, un chico correntino de 18 años, sin instrucción necesaria, ni equipamiento, ni comida, podía soportar eso? Honestamente, no lo sé. Creo que era más amor a la patria y falsas promesas de gloria, provenientes de superiores, lo que hizo que mientras que pudieran estos chicos que en el 78 juntaron figuritas del Mundial, dieran la vida en la guerra. La rendición no fue mucho peso, pero fue demasiado para lo que se podía esperar. 74 días, ese fue el lapso de tiempo de esta dura guerra. Los que regresaron, a la luz de la luna y sin las cámaras de los medios tuvieron y tienen que soportar aún la falta de reconocimiento adecuado acorde a lo que hicieron”.
Pablo Lavandeira introdujo en su relato una cuestión poco explorada hasta el presente, la de quienes combatieron en la guerra, “no sólo los que estuvieron en combate son ex combatientes, todo aquel que estuvo dentro del teatro de operaciones, porque el vivir en alerta roja durante 74 días, en constantes maniobras y con el miedo a que un misil acabe con tu vida. Fue lo que tuvieron que soportar, por ejemplo, en Comandante Piedrabuena o en Puerto Belgrano. Y todos estos no son considerados ex combatientes”.
Su compañero de división, Maximiliano Vadell Cosin, propuso una clara división entre héroes y los otros. “La conclusión más importante que yo hago es que hay que dividir Malvinas en dos. Unos fueron aquellos soldados que fueron a Malvinas sin hacer casi entrenamiento y sin carrera militar. Fueron aquellos que estuvieron indefensos ante un ejército superior en un terreno austero y árido, con poca comida, con poco abrigo, intentando quizás convencerse de que luchaban por la patria, de que cumplían el sueño de un país. Fueron soldados que quisieron ser valientes. Quizás, y ésta es una apreciación muy personal, los más afortunados fueron aquellos que murieron como héroes, que lograron ser valientes y morir dignamente defendiendo el honor de un país que era el suyo. Hubo otros, los menos afortunados, que volvieron, sin alguna de sus extremidades y que ahora están condenados a pedir plata en el tren a personas que ya los han olvidado”.
En esa misma línea prosiguió el intempestivo estudiante, “otra Malvinas es la de los superiores, de aquellos jóvenes -no todos, hay algunos rescatables como el ex coronel Balsa-. Y hay algunos que no tiraron ni un solo tiro y sólo fueron a rendirse como Astiz y de la Junta Militar que comandaba la guerra. Junta que fue a una guerra sin planearla y cuando la perdieron, primero escondieron a los soldados en los cuarteles, y luego, los expulsaron a la calle sin nada de ayuda”.
A modo de síntesis
En el cierre de la exposición, cuatro reflexiones finales como conclusión de una labor colectiva planificada desde el Taller de Periodismo del Colegio Nº19. Primero Micaela Del Gaudio, “finalmente Malvinas sigue siendo una inconciencia de Galtieri que le costó la vida a más de 600 personas, cuyas secuelas en los sobrevivientes nos muestran al día de hoy el olvido por haber sido derrotados. En estos 25 años, Malvinas sigue siendo la vergüenza de una guerra absurda”.
Damián González aportó su cierre, “hoy, 2 de abril del año 2007, no dejamos de recordar a todos aquellos que hoy descansan en esas tierras tan lejanas y que pelearon con el convencimiento de una causa justa”. Pablo Lavandeira cerró su labor así, “muchos de los que regresaron quedaron lisiados de por vida y siguen esperando un subsidio del Estado. Otros regresaron con problemas psiquiátricos y decidieron quitarse la vida. Todo, pero todo aquel que regresó de Malvinas no fue más la misma persona. Hoy, 25 años después, queremos recordar este hecho como una tragedia más en Argentina. Una tragedia que se llevó 700 almas entre los ahora y siempre héroes argentinos, y los soldados ingleses. Una tragedia que tiene que servir para aprender de los errores, una tragedia que nunca más se tiene que repetir”.
Lucía Singh, a modo de epílogo, manifestó lo suyo. “Fue una etapa realmente oscura en la historia, pero no por eso hay que dejarla a un lado. El olvido de la guerra de Malvinas sería como darles la espalda a aquellos valientes jóvenes que estuvieron en el frente de batalla, además de los derechos que nos corresponden sobre esas tierras, y eso no sería justo. Hoy nos encontramos ya a veinticinco años de esta guerra. Veinticinco años y sin embargo, todavía quedan situaciones pendientes que atender. Por empezar, los sobrevivientes de la guerra siguen sufriendo la misma injusta indiferencia. ¿Será porque perdimos? Y además, hoy en día, muchos militares con poder están involucrados en hechos de violación de los Derechos Humanos, ocurridos en la guerra, y aún hay miedo de romper el silencio. Por todo esto, no nos permitamos olvidar lo sucedido. No nos permitamos olvidar nuestra historia. No nos permitamos ser injustos. Y no nos permitamos olvidar que las islas son argentinas y que debemos hacer valer nuestros derechos, siempre dentro de límites pacíficos”.
Los responsables de la guerra pretendieron entrar en la historia como si nada hubiera ocurrido en la Argentina de ese entonces, tal vez, creían que los desaparecidos, la censura, las demandas populares de "paz, pan y trabajo" pasarían a ser parte del olvido. Ellos no aprendieron del pasado y la historia se los devoró”.
Claudio Morales*
*Periodista. Corresponsal, Colaborador y Productor Periodístico de medios de comunicación argentinos y del exterior. Director fundador del Grupo Pasteur, primer colectivo multimedia cultural-educativo juvenil de la Argentina.
Malvinas, un sentimiento para los argentinos
“Cada 2 de abril homenajeamos a los caídos en la Guerra de las Malvinas y desfilan por los noticieros, las radios y hasta por las aulas, numerosas oraciones nacionalistas reivindicando la posesión de las islas, que por derechos son argentinas. Todos los años, casi por inercia, levantamos los brazos y nos unimos en masa dándole la espalda al Reino Unido, a todo ese hemisferio que nos menosprecia; nos sentimos orgullosos de nuestro folclore y de haber nacido de este lado del globo terráqueo. Sin embargo, ¿cuántos son los argentinos que por amor a su tierra exigen de verdad, que más allá del simbolismo de una bandera, se sienten nativos de un pueblo y una cultura latinoamericana, instando a la memoria y no al olvido? A veces, pareciera que fechas como éstas nos recuerdan a un partido de fútbol, a un Mundial o a un simple deseo de sentimiento de identidad grupal”, se interrogó la cuestionadora Ana Sorín, estudiante de cuarto año del ex Nacional 19.
Contradicciones que encierra una fecha emblemática que mediante la ley 26.110 sancionada en tiempos de la presidencia de Fernando De la Rúa, se impulsó para homenajear al veterano de guerra al declararse al 2 de abril como “Día del Veterano y de los Caídos en la Guerra de Malvinas”. Pero, esa fecha quedaría marcada en la memoria del pueblo como una de las pesadas cargas de la última dictadura militar, como lo recordó en su ponencia otra ex alumna del colegio y firme partícipe del taller en toda su secundaria, Lucía Singh. “Para esa época el gobierno militar buscaba encontrar un mayor apoyo por parte del pueblo, no tuvo una mejor idea que tomar como excusa el conflicto por las Islas Malvinas, y así despertar en la gente un sentimiento nacionalista que respaldara al gobierno en su intento por lograr la restitución de las islas”.
Con datos en la mano, la joven rememoró que “la guerra duró setenta y cuatro días, terminando con la rendición argentina y dejando para nuestro país un saldo de más de seiscientos muertos en batalla y más de mil heridos. Si se lo pensara fríamente, se podría llegar a la conclusión de que todo aquello fue como jugar a la guerra. Es que resulta increíble que nuestro país haya ido al enfrentamiento cometiendo tantos errores. El envío de miles de jóvenes sin experiencia, la desventaja que se tenía con respecto a las armas, y errores en lo que es la estrategia de guerra, fueron algunos de los desaciertos que se tuvieron a la hora de hacer frente a una potencia mundial como lo es Inglaterra, que no se iba a dejar avasallar”.
“Se jugó con la ilusión de todo un pueblo. ¿Qué más se podía esperar de un gobierno militar que irrumpió en el poder y se encargó de destruir a todo un país? Lo peor es que, una vez finalizada la guerra, los soldados argentinos volvieron y se encontraron con una indiferencia total. Los sobrevivientes quedaron con secuelas, debido al horror que tuvieron que vivir, lo que provocó que muchos de ellos recurran al suicidio”, sentenció Lucía Singh.
El reflexivo Joaquín Túñez trabajó sobre una de las contradicciones de aquel entonces, “el 30 de marzo del 82` la CGT convoca a una multitudinaria marcha a Plaza de Mayo tras la nómina de “Paz, Pan y Trabajo”, con la adhesión de la Multipartidaria y distintas agrupaciones sociales. Tras una marcha producida a lo largo y lo ancho de nuestro país, que dejó el saldo de un muerto en Mendoza y alrededor de 2.000 detenidos, se dejaría a la vista la ignorancia de un pueblo sin memoria. En una marcha que conjugó la ira de la gente hacia un golpe ya a todas voces asesino, fascista y genocida; que unió a militantes de ramas completamente diferentes tras una misma consigna, una marcha que buscaba demostrar que no iban a lograr acallar la voz de todo un pueblo con el miedo, la consigna era: ¡Exigir la defensa de la democracia!”.
“En vistas de esto, el por entonces gobierno de facto en plena etapa de derrumbamiento en picada, decide realizar el desembarco en las Islas, iniciando así un capítulo más de derramamiento de sangre en nuestra castigada historia. Tras el anuncio de dicho logro, el pueblo argentino acudió a la Plaza de Mayo, aquella misma plaza en la que hacía tan sólo 3 días atrás reprimían y llevaban detenidos a otra gran parte del pueblo argentino con la única diferencia que estos últimos poseían una conciencia, que más tarde la historia les iba a recordar. El 2 de abril de 1982, se produjo un quiebre, la Junta Militar en plena decadencia logró ser vitoreada ante un número 3 o 4 veces mayor de personas que las concurrentes hacía 3 días atrás, en lo que sería, tan sólo una inyección de patriotismo en las venas de un pueblo sin conciencia”, cerró el locuaz Túñez.
Para Vanesa Ocampo, ex alumna y estudiante del profesorado de historia, “la guerra de Malvinas constituye un hito fundamental para comprender las acciones realizadas durante la última dictadura militar que ha padecido nuestro país. En ese período, y con 30 mil desaparecidos que lo respaldan, se le dio un valor nulo a la vida humana y las torturas sufridas por aquellos que fueron secuestrados ilegalmente dan cuenta de la violación de la libertad y la dignidad inherente a cada persona. Con suma claridad la joven acotó que “la guerra que tuvo lugar en el año 1982 es uno de los más claros reflejos de aquella realidad. Miles de militares, en su mayoría jóvenes y poco experimentados fueron enviados a las Islas Malvinas con el pretexto de luchar en pos de la patria y la real intención de extender un poco más el gobierno de facto. No importó si tenían el entrenamiento adecuado, si tenían las herramientas necesarias para la supervivencia en un clima y situación tan hostil, y sobre todo, si no peleaban por una causa ya perdida de antemano”.
Lara Fachino recorrió el camino de la agudeza a la hora del análisis, “hoy sabemos que el fin de la guerra de Malvinas no era más que estirar la dura agonía de un gobierno de facto. Hoy lo sabemos, parece que el pueblo en ese entonces no se daba cuenta que el mismo gobierno que estaba empezando a repudiar, era el que apoyó cuando se declaró la guerra. Para ese gobierno la única salida para seguir en pie era teniendo el pueblo a favor o teniéndolo entretenido en algo como un Mundial ganado (el de 1978). Como el efecto del Mundial había pasado, no tuvo mejor idea de comenzar una guerra contra uno de los líderes mundiales”.
“Por medio de presiones a la prensa, como embargos a sueldos y la pérdida del cargo, logró engañar al pueblo que el 30 de marzo reclamaba la democracia en la plaza y tres días después demostraba su apoyo a partir de un efímero nacionalismo creado para la ocasión, alimentado con frases como "estamos ganando" y "que venga el principito", disimulaba algo que para muchos era obvio, Malvinas era una guerra perdida, su gobierno se desmoronaba, el país se venía abajo”, sentenció Micaela Del Gaudio, quien introdujo una de las cuestiones menos exploradas como la actitud de los medios en los tiempos de la guerra.
Nuevamente Ana Sorín, quien con un profundo sentido de la agudeza escribió que “aquel combate que se llevó a cabo albergó más que la reivindicación nacional, más que la recuperación de nuestro territorio y de la defensa ante el Primer Mundo. Aquella guerra que en vidrieras fue vendida como una causa noble y justa fue elaborada por una innoble e injusta dictadura, por corruptos y asesinos que enviaron combatientes inexpertos a un terreno desconocido, matándolos de hambre y frío sabiendo que no volverían. Resulta irónica, por no decir amargamente cómica, la idea que éstos tenían por nacionalidad, condenaban a John Lennon por cantar en inglés, mientras estaban secretamente aliados con Estados Unidos y entregaban a la soberanía extranjera el manejo de nuestra economía. La guerra de las Islas Malvinas fue tan sólo un recurso para perpetuarse en el poder”.
Los chicos de la guerra y la causa Malvinas
“Embebida en un mar de confusión, patriotismo, inconciencia y miedo, la Argentina se embarcó en una guerra de la que más de mil hermanos regresaron heridos y 650 jamás volvieron a pisar sus hogares. Tras 74 días, en los que ingenuo e incomunicado con el exterior, el pueblo argentino creyó posible la victoria de una guerra perdida, desde el momento de su concepción, se hizo inexorable el fin de la misma. El 14 de junio (de 1982), día en que se dio fin a la masacre, se sentenció también el fin del último gobierno de facto que hubiera de pisar suelo argentino”, afirmó Joaquín Túñez.
El alumno de quinto año, Pablo Lavandeira Starópoli, se encargó de profundizar en los verdaderos actores de la guerra, “se enviaron al campo de batalla a las entonces clases 1961, 62 y 63, éstos últimos todavía sin haber terminado la instrucción militar. Si sacamos cuentas nos van a dar que eran jóvenes de entre 21 y 18 años. No estaban preparados para soportar el constante frío del sur, ni el terreno árido y de piedras. No estaban preparados para mantener un combate contra una potencia militar. Es así que, además de sufrir todo lo que iban a sufrir, tuvieron que soportar la falta de equipamiento (municiones, armas, capas y botas para la lluvia y el frío, y un montón de cosas más) y la alimentación escasa”.
Siguiendo el mismo tenor, el estudiante se interrogó, “¿cómo, por poner un ejemplo, un chico correntino de 18 años, sin instrucción necesaria, ni equipamiento, ni comida, podía soportar eso? Honestamente, no lo sé. Creo que era más amor a la patria y falsas promesas de gloria, provenientes de superiores, lo que hizo que mientras que pudieran estos chicos que en el 78 juntaron figuritas del Mundial, dieran la vida en la guerra. La rendición no fue mucho peso, pero fue demasiado para lo que se podía esperar. 74 días, ese fue el lapso de tiempo de esta dura guerra. Los que regresaron, a la luz de la luna y sin las cámaras de los medios tuvieron y tienen que soportar aún la falta de reconocimiento adecuado acorde a lo que hicieron”.
Pablo Lavandeira introdujo en su relato una cuestión poco explorada hasta el presente, la de quienes combatieron en la guerra, “no sólo los que estuvieron en combate son ex combatientes, todo aquel que estuvo dentro del teatro de operaciones, porque el vivir en alerta roja durante 74 días, en constantes maniobras y con el miedo a que un misil acabe con tu vida. Fue lo que tuvieron que soportar, por ejemplo, en Comandante Piedrabuena o en Puerto Belgrano. Y todos estos no son considerados ex combatientes”.
Su compañero de división, Maximiliano Vadell Cosin, propuso una clara división entre héroes y los otros. “La conclusión más importante que yo hago es que hay que dividir Malvinas en dos. Unos fueron aquellos soldados que fueron a Malvinas sin hacer casi entrenamiento y sin carrera militar. Fueron aquellos que estuvieron indefensos ante un ejército superior en un terreno austero y árido, con poca comida, con poco abrigo, intentando quizás convencerse de que luchaban por la patria, de que cumplían el sueño de un país. Fueron soldados que quisieron ser valientes. Quizás, y ésta es una apreciación muy personal, los más afortunados fueron aquellos que murieron como héroes, que lograron ser valientes y morir dignamente defendiendo el honor de un país que era el suyo. Hubo otros, los menos afortunados, que volvieron, sin alguna de sus extremidades y que ahora están condenados a pedir plata en el tren a personas que ya los han olvidado”.
En esa misma línea prosiguió el intempestivo estudiante, “otra Malvinas es la de los superiores, de aquellos jóvenes -no todos, hay algunos rescatables como el ex coronel Balsa-. Y hay algunos que no tiraron ni un solo tiro y sólo fueron a rendirse como Astiz y de la Junta Militar que comandaba la guerra. Junta que fue a una guerra sin planearla y cuando la perdieron, primero escondieron a los soldados en los cuarteles, y luego, los expulsaron a la calle sin nada de ayuda”.
A modo de síntesis
En el cierre de la exposición, cuatro reflexiones finales como conclusión de una labor colectiva planificada desde el Taller de Periodismo del Colegio Nº19. Primero Micaela Del Gaudio, “finalmente Malvinas sigue siendo una inconciencia de Galtieri que le costó la vida a más de 600 personas, cuyas secuelas en los sobrevivientes nos muestran al día de hoy el olvido por haber sido derrotados. En estos 25 años, Malvinas sigue siendo la vergüenza de una guerra absurda”.
Damián González aportó su cierre, “hoy, 2 de abril del año 2007, no dejamos de recordar a todos aquellos que hoy descansan en esas tierras tan lejanas y que pelearon con el convencimiento de una causa justa”. Pablo Lavandeira cerró su labor así, “muchos de los que regresaron quedaron lisiados de por vida y siguen esperando un subsidio del Estado. Otros regresaron con problemas psiquiátricos y decidieron quitarse la vida. Todo, pero todo aquel que regresó de Malvinas no fue más la misma persona. Hoy, 25 años después, queremos recordar este hecho como una tragedia más en Argentina. Una tragedia que se llevó 700 almas entre los ahora y siempre héroes argentinos, y los soldados ingleses. Una tragedia que tiene que servir para aprender de los errores, una tragedia que nunca más se tiene que repetir”.
Lucía Singh, a modo de epílogo, manifestó lo suyo. “Fue una etapa realmente oscura en la historia, pero no por eso hay que dejarla a un lado. El olvido de la guerra de Malvinas sería como darles la espalda a aquellos valientes jóvenes que estuvieron en el frente de batalla, además de los derechos que nos corresponden sobre esas tierras, y eso no sería justo. Hoy nos encontramos ya a veinticinco años de esta guerra. Veinticinco años y sin embargo, todavía quedan situaciones pendientes que atender. Por empezar, los sobrevivientes de la guerra siguen sufriendo la misma injusta indiferencia. ¿Será porque perdimos? Y además, hoy en día, muchos militares con poder están involucrados en hechos de violación de los Derechos Humanos, ocurridos en la guerra, y aún hay miedo de romper el silencio. Por todo esto, no nos permitamos olvidar lo sucedido. No nos permitamos olvidar nuestra historia. No nos permitamos ser injustos. Y no nos permitamos olvidar que las islas son argentinas y que debemos hacer valer nuestros derechos, siempre dentro de límites pacíficos”.
Los responsables de la guerra pretendieron entrar en la historia como si nada hubiera ocurrido en la Argentina de ese entonces, tal vez, creían que los desaparecidos, la censura, las demandas populares de "paz, pan y trabajo" pasarían a ser parte del olvido. Ellos no aprendieron del pasado y la historia se los devoró”.
Claudio Morales*
*Periodista. Corresponsal, Colaborador y Productor Periodístico de medios de comunicación argentinos y del exterior. Director fundador del Grupo Pasteur, primer colectivo multimedia cultural-educativo juvenil de la Argentina.
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