Emotiva reflexión de los alumnos del Colegio 19 frente al terror, la muerte y el genocidio de la última dictadura militar: ¡Nunca Más!

24 DE MARZO Y UN NUEVO ANIVERSARIO DEL GOLPE DE 1976

Convocados por el Taller de Periodismo escolar, adolescentes de diferentes edades se animaron a pensar sobre los alcances del último golpe de Estado y las terribles secuelas que dejó en la sociedad argentina. La importancia de la memoria para el recuerdo de un hecho que no puede volver a repetirse, fue el centro de todos los pensamientos. Los jóvenes coincidieron en su condena contra el genocidio y el terrorismo estatal. Un texto para pensar.

31 años ya, parece tanto tiempo. 31 años del comunicado número 1, de ese momento nefasto para la historia de este país. Se venía palpitando a partir de la muerte de Perón y la asunción de Isabel Martínez el país ya no fue el mismo, y el 24 de marzo de 1976 terminó de estallar esa bomba”, así se expresó el joven Pablo Lavandeira, estudiante de 4º año del Colegio Nº19 “Luis Pasteur”, en el marco de una labor de análisis y reflexión acerca de la pesada significación de un período negro de la historia contemporánea de los argentinos, como fue el golpe militar del 24 de marzo de 1976 y su secuela de violencia, terror y muerte en la nación.

“Este año se cumple el 31 aniversario del último golpe de Estado, realizado el 24 de marzo de 1976, en donde las Fuerzas Armadas tomaron el poder por vías no constitucionales con la excusa de imponer el orden en una Argentina descontrolada y subversiva. Con este fin las juntas militares que presidieron al país a lo largo de 7 penosos años de constante quiebre de las garantías constitucionales y los derechos humanos, se embarcaron en la etapa más oscura de la historia argentina”, pensaba en voz alta y dejaba su registro en el papel el locuaz Joaquín Túñez, alumno de 5º año y presidente del Centro de Estudiantes del bachillerato de Villa Devoto.

Al igual que su compañera en el Taller de Periodismo colegial y ex alumna de la institución, Lucía Singh, el recuerdo de una fecha muy especial, “el 24 de marzo es una fecha que nos traslada al año 1976, cuando tuvo lugar el último golpe de Estado y comenzó la dictadura militar. Terrible dictadura que se caracterizó por realizar secuestros, torturas, asesinatos y apropiación ilegítima de bebés, hechos que obviamente violaron los derechos humanos. Esta planificación desde el poder, define que fue un terrorismo de Estado”.

“Con la asunción de la Junta encabezada por Videla, Massera y Agosti, comenzó lo que fueron hasta 1983, años en que la música, el arte, el cine, el teatro, el deporte, la ciencia y todo aquello que no era bueno”para que la sociedad pensara, progresara o simplemente todo lo que no le gustaba al gobierno sufrió su mayor censura”, remarcó con particular énfasis el inquieto Pablo Lavandeira. Julián Jamardo, de 5º año, eligió el camino de las contradicciones para mostrar su amargura ante un nuevo aniversario de aquellos años de plomo, “en nuestro país fue de esta manera, si bien muchos de nosotros fuimos víctimas de este desastre, fuimos culpables en un principio al permitirlo, al salir a aplaudirlo a la calle; en esa época, Jorge Luis Borges elogiaba a Pinochet, cenaba con Videla y decía que la democracia era como la peste bubónica. Es sorprendente de quien proviene el pensamiento, pero lo más sorprendente es que todavía siga vigente”.

Las consecuencias del golpe del 24 de marzo

Maximiliano Vadell Cosin reconoció que “lo que nos dejó para mal el golpe militar ya, más o menos, lo sabemos todos. Los desaparecidos. Madres y Abuelas que aún hoy buscan desesperadas a sus hijos y nietos, o mejor dicho, a los cadáveres de sus hijos y a sus nietos que están pero que no lo saben. Nietos que ahora son los nietos de madres de militares represores que los tomaron como botín de la masacre”. Con un certero análisis sobre la intervención de la dictadura en el plano económico enfatizó que “no hizo más que acabar con todo el proceso de igualdad social y económica que se había logrado entre ricos y pobres, y todo un proceso de modernización del aparato industrial; es decir, el comienzo del cambio del modelo económico agroexportador por el modelo industrializado impulsado por el peronismo y algunos radicales. El tremendo endeudamiento del país a través del pedido de préstamos -fundamentalmente al FMI-, que obviamente no se utilizaron para mejorar el país sino que para mejorar los bolsillos de los gobernantes”.

En la misma sintonía, el inquieto Joaquín Túñez centró su explicación en “la profundidad que alcanzó, a nivel económico, con un proyecto neoliberal de sistema que se propuso terminar con la inflación, pero sólo logró quintuplicar la deuda externa, destruir nuestra industria y perpetuarnos en el modelo que más convenía a los amigos del Norte”. Y prosiguió que “en lo político, con la supresión, censura y aniquilación en el sentido más literal de toda suerte de oposición y/o ideología, que atentara contra el modelo golpista; sus consecuencias se encuentran reflejadas en las conductas actuales producto de las secuelas del no te metás, algo habrá hecho y la política como mala palabra. En lo social, logró imponer la premisa de silencio es salud en su profundo significado derrumbando así el crecimiento cultural y educativo de varias generaciones con el fin de implementar este nefasto modelo de país”.

El presidente del centro estudiantil del ex Nacional 19 volvió a conectar la violación de los derechos humanos en tiempos de la dictadura y el plan económico de los militares golpistas, “como herramienta para la implementación de estas políticas, se estatizó y masificó dado que ya se venía produciendo en democracia a manos de la Triple A, la desaparición forzada de personas. Instrumento por el cual se encargaron de eliminar a toda una generación de periodistas, estudiantes, obreros, abogados, políticos y muchos otros que claramente no cuadraban en los ejes trazados y, sin los cuales, los militares buscaron perpetuarse en el poder y aplicar sus ideas”.

“Nos quitaron a la juventud, nos quitaron a nuestros pensadores, callaron sus palabras, sus pensamientos creyendo que con eso bastaría, pero no se dieron cuenta que no era suficiente que la memoria de los que seguían luchando no era fácil de callar y el dolor de la pérdida lo hacía aún más fuerte”, manifestó Micaela Del Gaudio, de 15 años. Con el mismo tenor, Lucía Singh trazó una síntesis sobre lo que dejó la última dictadura según su óptica personal, “un saldo muy negativo: 30.000 desaparecidos; una situación económica peor que la de los años anteriores al golpe, y una sociedad atrasada, destruida y dividida, ya que se infundió el terror, al tiempo que se convirtió en costumbre vivir con miedo”.

Pablo Lavandeira amplió las dos definiciones aportadas por sus compañeras en el terreno de los crímenes de lesa humanidad cometidos en esa época oscura, “misteriosamente, la gente empezó a desaparecer, apareciendo muertos algunos o simplemente quedando desaparecidos hasta nuestros días. Estudiantes que iban a villas a enseñar a los más necesitados, participantes de centros de estudiantes o partidos políticos, escritores, madres, padres, hijos, futuras madres -éstas últimas dando a luz a hijos que nunca verían, que serían entregados a familias postizas-”. Agregó, “lentamente en Buenos Aires empezaron a aparecer señoras, se decían madres de los desaparecidos, abuelas de esos nietos. Ellas encabezaron una lucha que sigue hasta nuestros días buscando a sus hijos, a sus nietos. Pasaron los años, cada vez más crecían los desaparecidos, los problemas económicos y, también, el malestar social”.

Pero, una profunda investigación encabezada por Micaela Del Gaudio sirvió para sacar a la luz el rostro más perverso del régimen militar que se adueñó de las almas y mentes de los argentinos entre 1976 y 1983. Los campos de las artes, la cultura y la comunicación sufrieron como pocos el embate de la mano criminal de quienes se convirtieron en amos y señores de una sociedad que poco pudo hacer para enfrentar el oscurantismo. “Una muestra de lo que sucedía a aquellos que seguían publicando de la buena literatura es la quema de libros que debió afrontar el CEAL (Centro Editor de América Latina), en junio de 1980. Algunos escritores optaron por el exilio, desde donde expusieron públicamente la situación de aquella época. Es el caso de Saer o Manzini. Otros siguieron en el país sobreviviendo, y a pesar de los riesgos que implicaba, mostraron las consecuencias del gobierno militar como Rodolfo Walsh, quien al cumplirse un año de la llegada de los militares al poder hizo pública su famosa Carta a la Junta Militar donde denunciaba 15.000 desaparecidos, 10.000 presos políticos y 4.000 muertos. Al día siguiente desapareció”.

Un legado de huellas profundas

Una vez más, Micaela Del Gaudio, una adolescente preocupada y angustiada por el dolor de un pasado de tinieblas y muerte, dejó una contundente definición con un texto de honda significación, “31 años de lucha incansable, 31 años pidiendo justicia por los que ya no están, los que no aparecen y los niños que les quitaron. Son las abuelas, son las madres, son todos aquellos que en 31 años nunca dejaron de luchar. En la dictadura, en la democracia con la marcha o con el pensamiento. Están los que los apoyaron y los que no pero no dejaron de reclamar memoria, verdad y justicia”.

Al igual que su compañera, Priscilla Dionisi, una alumna de 4º año no dejó lugar para la duda a la hora de exponer su punto de vista, “Cada vez que me pongo a reflexionar sobre lo que pasó ese 24 de marzo de hace tres décadas atrás, algunas dudas típicas se me vienen a la mente como si fue sólo culpa de quienes se impusieron al gobierno, o que también gracias a parte del mismo pueblo. Y si también ese pueblo pensó en algún momento que ese gobierno de facto no iba ser para nada democrático, y que ni tenía siquiera como objetivo cambiar las ideas de la población con palabras. La verdad es que no puedo asegurar nada, lo único que puedo decir es que sucedió y que mucha gente nunca va a volver a ser la misma, ya sea por el miedo que quedó en la mayoría o porque nuestras edades como ciudadanos cambiaron. Lo único que anhelo es que después de tantos años de lucha por justicia, formemos un país mejor”.

Su amiga y compañera, Daniela Rubaldo Tarrab acotó en unas cortas líneas, “recordar, hacer memoria, tener a mano el pasado para analizarlo detenidamente. Pero, ¿cómo recordar algo que no vivimos? Mi generación no tiene recuerdos vivos sobre esa nefasta época, no vivimos la aniquilación de una generación casi completa. Entonces, nos queda escuchar a los que sí vivieron esos años, informarnos, sentir cada pequeña marca con la que nos encontramos. Es nuestra responsabilidad apropiarnos de ese pasado y mantenerlo cerca nuestro en todo momento. No dejarlo morir en el olvido, sin importar la cantidad de aniversarios que se cumplan”.

Pablo Lavandeira, en su análisis, trajo a la memoria uno de los hechos más dramáticos de los tiempos de la dictadura, la guerra de las Malvinas -que en este año se cumplen 25 años de una insólita aventura de los militares en 1982-, “un general borracho inventó una guerra para intentar salvar el gobierno. El fracaso fue enorme, jóvenes muertos de frío y hambre, dieron la vida por una causa que desde su inicio era inútil. Fue el último intento por seguir con el gobierno militar. Las elecciones de 1983 devolvieron la tan necesitada democracia. Era el fin de la dictadura más sangrienta de Sudamérica, dejando más de 30.000 desaparecidos”.

Tajante, dura y enfática resultó la intervención de la ex alumna del viejo Nacional 19, Catalina Antognini, “por más que me digan que esto es una democracia y como tal hay diferencias de opiniones, éste es un tema que no admite -en forma coherente- una variedad de posturas. Esto pasó, nos pasó. Sucedió, punto”.

A modo de síntesis: la Memoria

Joaquín Túñez, en el cierre de su pensamiento, delineó una fantástica reflexión sobre el significado de la memoria, “quizás la enseñanza más importante que nos dejaron estos terribles años fue, junto con el valor de las instituciones democráticas, el de la memoria. La memoria como verbo, no sólo como el simple recuerdo de una terrible época pasada sino entender que hacer memoria es estar activos, es saber que formamos parte y eso también es una responsabilidad. No somos ciudadanos democráticos sólo poniendo un voto en una urna, debemos participar, formar parte para que nunca más un gobierno que suprima los derechos y garantías de las personas dirija nuestro país. Para que nunca más desaparezcan personas por pensar distinto, para que podamos estar orgullosos de que construimos un país con el sudor de todos y no con su sangre”.

Julián Jamardo, en su último año del secundario dejó una idea final, “aprendamos de nuestros errores y no nos tropecemos dos veces con la misma piedra, para eso sirve la memoria”. Micaela Del Gaudio, por su parte, reflexionó estableciendo una certera antítesis entre memoria y olvido, “necesitamos de la memoria para que no quede en el olvido, para que nunca más se permita esto, verdad para esclarecer todas aquellas cosas que aún no sabremos y justicia para los que no están, para sus familias, para sus amigos, justicia para el pueblo”. La joven Mariana Leibinstein también dio su aporte, “las Madres, las Abuelas y los Hijos se han ganado los apellidos Memoria, Lucha y Justicia respectivamente, al hacerle notar al terrorismo de Estado que se ha equivocado al creer que el holocausto de todos los desaparecidos quedaría en el olvido. La sociedad no ha permitido que eso suceda, y no tolerará una nueva dictadura”.

El cierre, como no podía ser de otra manera, le correspondió a Joaquín Túnez, “hoy por hoy sabemos que si bien hay muchísimas cosas que cambiar, es desde la democracia y el respeto mutuo desde donde podemos cambiarlas, sabemos que nunca será desde una dictadura. Memoria es pelear por los derechos que hoy gozamos y por todos los que aún no nos han sido reconocidos, pelear por la democracia”. Auspiciosa y saludable la tarea realizada por estudiantes secundarios del bachillerato de Villa Devoto que participan de su taller de periodismo, en una reflexión practicada con motivo de un nuevo aniversario del golpe del 24 de marzo de 1976. A 31 años de la noche más oscura de la Argentina, los jóvenes levantaron su voz para decir ¡Nunca Más!

Claudio Morales*

*Periodista. Corresponsal, Colaborador y Productor Periodístico de medios de comunicación argentinos y del exterior. Director fundador del Grupo Pasteur, primer colectivo multimedia cultural-educativo juvenil de la Argentina.

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